jueves, 9 de abril de 2020

UNA HISTORIA REAL

     Después de tres años sin escribir nada, tres años informándome e investigado sobre un hecho real, aquí estoy, manos a la obra, para informaros sobre qué le pasó a dos auxiliares de ayuda a domicilio, qué le pasó a dos usuarios, y qué le pasó a un trabajador social y concejal de un ayuntamiento. 

      Ellos, quieren permanecer en anonimato, de ahí que me inventaré sus nombres. 
              - auxiliar 1: Roberto                                        - auxiliar 2 : Macarena
              - usuaria 1: Genara                                          - usuaria 2: Marcelina
              - Trabajador Social: Jerónimo                      - Concejal: Estela

     Todo vino a raíz de que Macarena tuviese que darse de baja por motivos x, entonces Roberto, fue quien tuvo que sustituirla. Roberto, un chico muy educado y trabajador, se vio entre la espada y la pared, además de rechazado por ser un hombre, ya que ni Genara  ni Marcelina querían que un chico fuese su "ama de casa". Sí, digo "ama de casa" porque estos auxiliares de ayuda a domicilio, se dedican a limpiar las casas de los usuarios, solicitan un servicio y luego hay que realizar otro diferente. En fin, a lo que iba.

       Macarena, una chica de carácter, trabajadora, responsable, súper dedicada a su trabajo, se entrega al 100%, pero cual fue su sorpresa, que había estudiado cambios posturales, cambios de pañales, baños a encamados, a usuarios que colaboran y a los que no, para nada. Todo lo que había estudiado era para nada, para terminar limpiando una casa, fregando baños y cambiando camas, lo hacía gustosamente porque sus "viejitas" estaban delicadas de salud y para que no tuviesen que moverse ella lo hacía con todo el amor del mundo, cada mañana se levantaba con una sonrisa en la cara y se iba a trabajar. Un día, tuvo un percance con la hija de Marcelina, ya que ésta se aprovechaba de la situación y la obligaba a fregar las cosas de su casa o la obligaba a ir a la compra, a por sus caprichos. Macarena, ya hasta las narices, se plantó y dijo que ella no era su criada, que su contrato era para su madre y que si ella quería una criada que lo pagase. Fueron pasando los días, hasta que Macarena tuvo que darse de baja y entró en su lugar Roberto. 

     Roberto, contentísimo de volver a trabajar. Él tenía que ir a las casas donde Macarena iba, pero cuando llegó a casa de Genara, ésta le dijo que no quería un chico en su casa, que ella sólo quería mujeres, entones llamó a Jerónimo y éste dijo pues si no quieres chicos, has de estar sin auxiliar hasta que Macarena se de de alta. La pobre Genara aceptó. Llegó el turno Marcelina y esta señora dijo lo mismo, que ella no quería un chico porque no desenvuelven las casas como las mujeres y que iba a llamar al trabajador social. Jerónimo le dijo lo mismo que a Genara, pero la hija de Marcelina llamó a Estela, la concejal de servicios sociales del ayuntamiento. Al parecer había algo de "amistad" o "favoritismo" entre la hija de Marcelina y Estela. Entonces Estela dijo, si ella no quiere un chico hay que ponerle una chica desde hoy mismo. La familia de Genara que se enteró, llamó a Estela, y ésta contestó que si Jerónimo había dicho que no era que no. Fin de la historia. 

OPINIÓN PERSONAL

     Un auxiliar de ayuda a domicilio no es el criado de nadie, ellos son personas que han estudiado y mucho para llegar a ese puesto. La familia de los usuarios deberían colaborar y ayudar a las tareas domésticas, porque las auxiliares ayudan, no lo tienen que hacer todo. 

      Pienso que todos los usuarios deben tener los mismo derechos, y que no tengan hoy un auxiliar y mañana otro, porque es un desajuste para ellos, les desequilibramos mentalmente.

    Referente al tema del "trabajo en equipo" entre el trabajador social y la concejal, deja mucho que desear, puesto que a todos deben darle las mismas oportunidades o los mismos favores..... 

     Esperemos que el trabajo de los auxiliares se reconozca, no lo usen como criados baratos, ya que los paga la junta o el ayuntamiento y de eso me aprovecho, y mucho menos consentir que la familia que vive con la persona dependiente se aproveche de la situación.